Contos guatemaltecos – 3. El abuelo-Tata y la nieta-hija

maio 20, 2015.

Contos guatemaltecos (3)

Contos guatemaltecosOs contos guatemaltecos foram preparados especialmente para o site “Mundo Século XXI” pelo professor Otto R. Menéndez, estomatólogo graduado pela Universidad de San Carlos de Guatemala, grande amigo de muitos brasileiros.Foi casado com uma moça de Juiz de Fora, é escritor, conferencista em diversos países e em estados brasileiros como consultor da Organização Pan-Americana da Saúde e da Organização Mundial da Saúde, autor de livros de patología bucal e de educação e ensino universitário.Denominou-os de “cuentimonios”, por serem retratos ou testemunhas de fatos  ocorridos na vida real.

Guatemala, terra do povo maya (mapa-de-guatemala.jpg)

Depois dos dois primeiro contos, agora Mundo Século XXI publica “El abuelo-Tata y la nieta-hija" do professor Otto Menendez.

Para que o leitor tenha de fato a essência de cada um, são transcritos em seu idioma original, o espanhol.  Brasileiros têm a capacidade de ler com relativa facilidade textos em bom castelhano espanhol e uma tradução de material tão precioso para o português certamente retirar-lhe-ia boa parte de seu valor. Apenas a introdução, a seguir, está traduzida, Introdução

Em um minúsculo país da América Central – no qual a metade da população é de raça indígena – que conheci em parte faz muito tempo, surgiram um Nobel de literatura, o novelista Miguel Angel Asturias; uma índia Nobel da Paz, Rigoberta Menchu Tun e um poeta maia kiché que transcendeu suas fronteiras, Humberto Akabal.

Agora, Guatemala nos apresenta uma forma especial de literatura, expressando experiências reais em forma de conto. Um, utilizado na Faculdade de Medicina para enfatizar características da desnutrição, pelo professor (especialista por Harvard) José Barnoya. Outro chama a atenção para a pobreza e para as precarias relações entre saúde e enfermidade nesse pequeño país, pela jornalista Carolina Vásquez Araya. Finalmente, o terceiro texto, de autoria do professor Otto Menéndez, revela fatos percebidos na realidade ao supervisionar estudantes universitarios em atividades acadêmicas (Universidade Nacional) de ensino-aprendizado na área rural. Bom proveito!

**                                 3. EL ABUELO-TATA Y LA NIETA-HIJA**

Otto Menéndez

En el invierno muy lluvioso de aquel año y morando en un caserío de la montaña donde no había llegado la electricidad, aquello no permitía ir a cultivar la tierra e iluminar el rancho para leer algo. Solo quedaba y mientras las pilas aguantaran, escuchar la radio de batería que tenían.

El rancho en que moraba el abuelo y la nieta era de “bajareque” en un pueblo donde se quedó para ayudar a la gente cuando la universidad lo mando a realizar la etapa final del programa de aprendizaje-trabajo en ese desolado paraje. El criaba a su nieta ya que la mamá había fallecido por enfermedad que no podía curarse en ese medio y al papá desapareció un día. En su memoria aún estaba el recuerdo de que un día su hija vomitó sangre y poco a poco fue perdiendo el apetito y peso hasta que se murió y que solo volvió a saber de su hijo cuando localizaron sus restos en una “fosa común”.

La nieta asistía a una escuela de otro lejano caserío donde por escritorio tenía una roca y el pequeño pizarrón estaba clavado a un “horcón”. Su vida era entre mucha pobreza material propia de los habitantes de ese lugar y lo espiritual la cifraba en la naturaleza. En querer al abuelo-tata y en no hacer mal a nadie.

El abuelo-tata era un viejo viudo y melancólico de unos 80 años, inteligente, que gustaba de leer y había cursado la escuela  hasta ser asignado por la universidad nacional a aquella región, donde vio la oportunidad de ayudar, se casó en él  y decidió quedarse. Ya viejo y abuelo, lucía un sombrero obscurecido por el sudor, la piel llena de arrugas y manchas negras, poco pelo y el aún restante blanco y alborotado. Encontrándose el abuelo-tata y la nieta-hija en esa “barraca” sin poder ir al campo, ella le pidió que le contara algo.

El viejo abuelo comenzó a narrarle que el caserío había sufrido increíbles tragedias por fenómenos ambientales, entre ellos una inundación que se llevó los pocos muebles que tenía. Había en esa aldea muchos analfabetos, pobres y desnutridos, tanto que morían a montones y los que quedaban decían “no tener hambre de tanto no comer” y en muchos de los que quedaban su inteligencia se había mermado.Una vez - agregó el abuelo - pasó uno de empresa privada regalando bolsas con un polvo, supuestamente nutritivo, que al agregarle agua y hervirla, formaba un “atole”.

En aquella ocasión, un niño hambriento, travieso y desnutrido, entro a la cocina, quien al tratar de alcanzar la olla que estaba en el “pollo”, se derramó su contenido encima muriendo por múltiples y graves quemaduras a su ingreso al lejano hospital de la región, a donde lo había llevado su padre amarrado en una silla de pino (que hacía de ambulancia y el quejido del niño de sirena), a quien cargó en la espalda con un “mecapal” por varias horas en las montañas hacia el nosocomio más cercano que estaba sin medicinas y material para transfusiones.

Luego le contó a su nieta-hija, que un día llegó al caserío un hombre gordo que manejaba un carro de doble transmisión, que si bien lucía un traje de campo se notaba que acostumbraba a vivir y vestir “bien”. Este ofreció a un desnutrido campesino y padre de una numerosa familia, quinientos billetes por uno de los riñones de uno de sus hijos, asegurándole que con ello  podría darles de comer por cierto tiempo al resto de la “prole”,  que  el  riñón  lo  sacaría sin dolor y que siempre le  quedaría  uno  que  le funcionaría sin mayores dificultades. Días después, se supo que aquel traficante de órganos,  había  vendido  el  riñón  en  miles de  billetes  a una  familia  de mucho dinero. Agregaba que la pobreza e ignorancia de mucha gente, los hacia cometer desatinos, pero que quienes ocupaban altos y medios puestos en el gobierno, altamente remunerados, los viraban despectivamente y los mantenían olvidados.

En cierta ocasión - continuó contándole - el Ministro de Salud Pública, mostrando un interés demagógico por los rurales-marginados, ordenó la compra de muchas dosis de vacuna para ser llevada a esas aldeas y caseríos de la montaña donde se había desatado una “peste” que producía diariamente la muerte de muchas personas, especialmente niños. Pasado el pueblo principal, aquellos trabajadores de salud pública se dan cuenta que para llegar al caluroso caserío donde se sufría de esa enfermedad, había que seguir a pie y requerían un refrigerante, que no llevaban para aquella sustancia. Eso hizo alterar su efectividad y así se perdió.

Años atrás, con la asesoría de un joven e inexperto odontólogo y continuando en el afán “politiquero” de beneficiar a la población de aldeas y caseríos en la montaña, el Ministro autorizó la compra de modernos autobuses que disponían de equipo dental moderno y completo, que por cierto pudieron llegar una sola vez a la aldea vecina, ya que para el siguiente viaje se había aflojado la carrocería del vehículo, quebrado un eje, el motor botaba aceite, las puertas se habían desajustado, los aros de las llantas se habían torcido y el ministerio no contaba con un taller de reparación.

La lluvia arreció y el abuelo continuó sus relatos. Recuerdo - dijo - que un campesino del caserío donde él moraba decidió alfabetizarse y no sembrar ese año maíz y frijoles negros como lo hacía todo el tiempo. Al terminar, tomo un “tamal de viaje” y una “maleta de frijoles negros” e invitó a su mejor amigo a que lo acompañara a la ciudad capital, a donde había decidido ir como premio, ya que se había esforzado en alfabetizarse.

Durante aquel corto tiempo que pasaron en la capital, solo pudieron conocer el palacio nacional e ir a un “centro comercial”. Ambos se quedaron fuertemente impresionados, cegados con tanta luz y destellos que emanaban de las vitrinas y rótulos que miraban, pero el campesino alfabetizado se sintió mal cuando su íntimo amigo le solicitó que le ayudara diciéndole que  quería decir aquellos nombres que no atinaba a entender y que consideraba el si: “in”, “out”, “sound track”, “coffe brake”, “stop”, “emergency”, “sale”, “coffe shop”, “close”, “chk in”, “carfull”, steak house”, “chinese food” “made in”, “galery”, “open”, “golden palace”, “dairy”, “dancing”, “parking”, “heir studio”, “jogging” y tantas palabras más. Después de un buen rato sin obtener respuesta, el amigo le dijo: “ah puchis, vos fuiste alfabetizado de ´balde´, ya que no aprendiste nada”.

Al día siguiente, en que la torrencial lluvia no amainaba y se anunciaba que se habían derrumbado varias casas, desbordado ríos, que pueblos enteros estaban inundados y que el abuelo y la nieta deberían permanecer encerrados sin poder ir a trabajar la tierra, ella le pidió continuar con sus relatos. Entonces el abuelo le contó que se enteró que en una oportunidad el vista del aeropuerto le solicitó a un viajero de país considerado muy desarrollado, su certificado de no ser portador del agente del SIDA y el “canche” se enfureció y grito que  ¿cómo era que en un país subdesarrollado le pidieran eso y donde dejaría  muchos  dólares?,  ante lo cual lo dejaron entrar.  Con  hechos  como  ese  - decía el abuelo -  el  país  tiene  a mucha gente sufriendo esa enfermedad.

El hecho que las lluvia se tornaban en más torrenciales, el abuelo-tata aprovechó para explicarle que hay tremenda diferencia entre  “subdesarrollo técnico y económico” que se asigna a nuestras localidades y el “subdesarrollo afectivo” que tienen muchas gentes, así como pretendían tener un desarrollo diferente al impuesto por el sistema social existente, orientado a la cultura local. Por eso mismo, agregó, intencionalmente infectaron con sífilis y gonorrea a presos, alienados y soldados iletrados de estos caseríos que muchos fallecieron. También se supo que grupos de mujeres indígenas fueron inyectadas con una sustancia que les impedía embarazarse en adelante.

Al día siguiente de aquella lluvia torrencial que había amainado un tanto pero que aún no podían ir a la parcela que cultivaban ya que se habían inundado dos lugares intermedios, el abuelo-tata prefirió quedarse y contarle otros hechos que él había observado u oído.  Así le dijo que las personas de estos caseríos consideraban las elecciones para presidente y diputados, como una “polaca” de pueblo, tanto así que deberían marcar símbolos a colores correspondientes a los partidos que participaban: laaestrella, laamazorca, laaflecha, laamanita, eelpuño, laapaloma,  laarosa, eelmapa, eeltriangulo, eelgallo y otros.

Las personas aspiraban a ser electas para robar y hacerse de mucho dinero. La corrupción se daba en todos los cargos. Ejemplo, en un hospital nacional - contaba el anciano abuelo -, se compraron miles de dosis de una medicina que caducaba en un año pero que la cantidad comprada era para varios periodos. De esta manera, la podredumbre de la corrupción se da en forma sutil y a todos los niveles.

Era tal y despiadada la ambición por hacerse y acumular dinero, que en una oportunidad una persona le dice a la mamá: “ya tienes tiempo de no tener vacaciones, dame la oportunidad de obsequiarte los pasajes y estancia en ese país del norte que tanto deseas conocer. Así, la recogió de madrugada para llevarla al aeropuerto, donde al pasar emigración, le pidió que le llevara a un amigo que la iba a esperar un paquetito bien envuelto que le entregaba. En aquel lugar, la esperaba al amigo de su hijo, pero acompañado de la policía, la cual le decomisó el paquetito y encarceló a la mamá, quien nunca confesó que su propio hijo le había pedido favor de llevar eso. Varios días después, cuando aún caía una llovizna y defendiéndose con un pedazo de “nylon”, ella optó por ir a pastorear los “chivos” y el abuelo arar la tierra con un buey que mostraba las señas de sus huesos. A medio día, los dos se sentaron debajo de un árbol, a comer “tamalitos de viaje” con sal y “frijoles parados”, tomando café de “tortillas tostadas” y se pusieron a conversar. Esa noche cuando regresaban a su “barraca”, la niña manifestó que deseaba encomendarse al “señor” y pedirle mejores condiciones para ellos. El anciano   abuelo aprovecho para decirle que los propietarios de las grandes haciendas también rezaban e iban a misa los domingos, en carros de vidrios polarizados, acompañados de varios guardaespaldas y que en su trayecto daban limosna a “pedigüeños”, abrazaban en misa al vecino y pedían perdón por los pecados cometidos, pero a la semana siguiente, seguían su rutina.

Por la noche el abuelo pensó si no era más apropiado en lugar de contarle muchos “cuentimonios” a su nieta, relatarle las hazañas de “superman”, “el hombre araña”, la mujer maravilla” y otros que solo pudieron haber nacido en el norte de América. Dada su percepción pensó que el “verdadero” era el que presentaban los ricos-ricos y poderosos. Recordaba que cuando vinieron los europeos insulares, los originarios ya adoraban a un ser supremo tallado en piedras y otros materiales, pero aquellos traían al “verdadero” crucificado en una cruz de plata u oro. Hoy, los pastores tienen aviones a propulsión para llegar a tiempo a impartir sermones y llevar a sus damas de compañía, traen al “verdadero” que no representan mediante imágenes. Todo ello hace concluir al abuelo que el “verdadero” es el que traen los ricos-ricos y poderosos del momento. La lluvia siguió, pero ahora se trataba de un “chipi chipi” que se podía soportar cubriéndose con un plástico de color.

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